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INFORMÉMONOS

MÁS ALLÁ DE UNA CONCEPCIÓN

Para poder entender la problemática, debemos tener en cuenta ciertos conceptos. Según la OIT, el trabajo infantil es una actividad realizada por un niño o niña que no alcanza la suficiente edad específica para poder trabajar. Por consiguiente, impide su educación y su pleno desarrollo, poniendo en peligro su bienestar físico, mental o moral. En primer lugar, el artículo de Investigación científica “Trabajo infantil” de la Universidad Cesar Vallejo nos precisa el concepto. El trabajo infantil es toda actividad que se le impone a un menor de 18 años, y que indispensablemente atenta contra su vida, dañando así el estilo y calidad de la misma, que incluso logra atentar contra su dignidad. Por otro lado, los trabajos Infantiles se clasifican en trabajos peligrosos, sospechosos y aquellos que van contra la dignidad humana. 

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Los “trabajos peligrosos” son aquellos que ponen en riesgo la salud mental, física de la vida del niño, un ejemplo de esto serían las actividades en las que se manipulan productos químicos, como los pesticidas en las actividades agrarias. Los "trabajos sospechosos" son aquellos que no generan un riego para la vida, pero que constituyen un abuso a los derechos del niño, un ejemplo son los niños que venden dulces en la calle. Por último, tenemos a “los trabajos que arremeten contra la moral y dignidad del niño”, en este caso podemos tomar de ejemplo a la prostitución infantil. Y en último lugar, el convenio de la OIT (Convenio núm. 182) nos habla sobre las peores formas de trabajo infantil. Según este convenio, el cual adopta nuevas medidas para la identificación y erradicación de esta. Las peores formas de trabajo infantil son aquellas formas de esclavitud como el reclutamiento de niños para la prostitución y la producción de pornografía. Seguido por la utilización y reclutamiento de niños para actividades ilícitas como el robo y finalmente la explotación de estos para los sectores agrícola y minero.

El 88% del trabajo infantil en el Perú se encuentra en el área rural y agrícola.

hechos que marcan HISTORIAS 

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Dentro de los antecedentes, encontramos situaciones parecidas a la de nuestro país en América Latina con respecto al trabajo infantil. El primer caso es el de México, el cual muestra una posición precisa ante esta problemática. La tesis de la licenciada Diana Cristina Gómez del 2013, muestra un estudio de la OIT en el año 2007, el cual indica que, hasta cierto punto, el trabajo puede llegar a ser positivo para los menores, siempre y cuando no atenten contra su salud y su desarrollo personal. Sin embargo, según Unicef México, el trabajo infantil en extremas condiciones, constituye una violación a los derechos de los niños. Estos derechos son los que se refieren a la protección contra la explotación, al sano crecimiento, a la educación, al juego, la cultura y el deporte. Por otro lado, Bolivia no es la excepción, desde el año 2001, la UNICEF y la INEI se encargaron de investigar las cifras y condiciones de los niños trabajadores en su país. Según la tesis “Trabajo Infantil en Bolivia”, a inicios de esta época, la Población Económicamente Activa (PEA), estaba conformada por 3 165 047 personas, de las cuales, 313 529 son niños que se dedican al trabajo agrícola. 

Un 10 % de la población infantil trabaja en condiciones extremas que afectan su salud y desarrollo físico y mental.

Esto quiere decir que un 10% de la población infantil trabajaba  en condiciones que afectaban su salud para apoyar a su familia. La situación peruana no estaba lejos de esta realidad durante el año 2000. Es por eso que la ENNIV empieza un estudio para identificar los factores económicos influyentes para que un niño empiece a trabajar. Los resultados fueron evaluados en el informe de Rafael Cortez y Ana Gil en el año 2000, y estos informan que la educación cumple un papel importante en la reducción de esta problemática. Sin embargo, señala que otras medidas son igual de principales, como el hecho de brindarle un mejor trabajo a los padres. En este sentido, la OIT, plantea una solución más realista para este problema, el cual consta de promover la educación obligatoria en nuestra nación.

NO SOLO SON NÚMEROS, son UNA REALIDAD

Un estudio en una localidad peruana sobre la calidad de vida en niños y niñas trabajadores, durante el 2017, señalaban los datos sobre el descenso de la calidad de vida de infantes trabajadores a nivel internacional. El primer dato refleja la situación decadente sobre la salud física, emocional y mental en tres países: Colombia, México y Chile. Por lo cual, de 191 menores trabajadores en Colombia, un 15% estaba sujeto a problemas de salud física. Por otro lado, en México, se obtuvo en base a 721 niños, que  la calidad de su salud mental se encontraba vulnerable, además de una perjudicada estabilidad emocional. Finalmente, en Chile, de 200 niños laboriosos, se hallaron respuestas contraproducentes sobre las vivencias en zonas rurales. 

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El segundo dato, según un cuestionario de la CCVA (Cuestionario de valuación de la calidad de vida de alumnos), en 2014, a niños y jóvenes de zonas rurales y zonas urbanas en el Perú, se notó un claro beneficio a las comunidades urbanas con respecto a las relaciones en su convivencia. Ya que, de 305 escolares procedentes de Lima, un 54.6% era poseedor de buenas relaciones interpersonales, siendo el porcentaje más representativo. Por otro lado, en relación a los adolescentes, se consiguió en base a 354 jóvenes, que un 23.28% logró un positivo crecimiento personal. Finalmente, según el informe de la IPEC (Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil) y la OIT (Organización Internacional del Trabajo), en 2002, en función a los países de América Latina, se obtuvo que 6.7 millones de niños menores de catorce años, se encontraba trabajando. Por lo que, se percibía una mayor participación de niños equivalente a un 60%, que de niñas, con un 40%. A su vez, se notó una creciente presencia en el ámbito rural con un 55%, que en el urbano, con un 45%.

Uno de cada cinco niños en el Perú, trabaja. Es decir, 1 672 000 millones de menores. 

Las zonas rurales comprenden el mayor porcentaje de niños menores trabajadores. Además, los departamentos de Huancavelica y Puno simbolizan una mayor riesgo con respecto al aumento de este problema.

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¿QUIÉNES INTERVIENEN EN NUESTRO PROBLEMA?

           

Para poder entender mejor el problema del trabajo infantil, es necesario reconocer los diversos tipos de actores que intervienen en él. En primer lugar, hablaremos del Estado peruano, uno de los responsables de esta problemática, según el Dr. Eduardo Vega Luna, nos dice que debería rechazar totalmente cualquier tipo de situación que pueda quebrantar los derechos de los niños y adolescentes de nuestro país, y a la vez, estos deberían ser respetados por la sociedad en general. 

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Además de que el estado debería plantear medidas necesarias para su erradicación. Por otro lado, los perjudicados son directamente los niños, y afecta en diversos aspectos, tales como en la educación, de manera en que los niños que trabajan, muchas veces dejan de asistir a la escuela; en la salud (daños físicos o mentales), esto depende del riesgo a que el niño se exponga al trabajar; y finalmente, en la seguridad, ya que están expuestos a agresiones, robos, accidentes de tránsito, etc. Por último, quien podría resolver este problema según el abogado Javier Neves Mujica, es la DEMUNA, ya que su deber es defender los derechos del niño y adolescente, además de estar en constante comunicación con diversas instituciones, con el fin de poder resolver los problemas que tenga el niño, adolescente o la familia en sí. Sin embargo, también podría pronunciarse la OIT, con la ayuda de su programa IPEC, contribuye con gobiernos nacionales y locales, para de esa manera poder establecer reglamentos jurídicos y políticos para la prevención del Trabajo Infantil.

Según la INEI el 26,1%  de la población peruana entre 5 y 17 años realizan alguna actividad económica.

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